Paolo Sosa Villagarcia
Publicado en Noticias SER el 08/02/2012
«¿Tarata? Es una película con Gisella Valcárcel»
Hace unas semanas se hizo evidente el desconocimiento de una gran parte de los jóvenes sobre los personajes y hechos del conflicto armado interno que desangró nuestro país entre las décadas de los ochenta y los noventa. La indignación y tristeza se apoderó de mucha gente, especialmente aquellos que vieron con sus propios ojos y vivieron en carne viva cada uno de los ataques, los asesinatos y los “ajusticiamientos populares”. ¿Quién tiene la culpa? No existe un culpable, este es un problema con una responsabilidad compartida por muchos actores y factores. Sin embargo, los medios de comunicación ensayaron sus primeras respuestas y, no contentos con lanzar algunas ideas frescas al aire, se inclinaron por invitar panelistas para que ensayen las suyas propias. ¿Quiénes son estos panelistas? En su gran mayoría no eran ni historiadores, ni antropólogos, ni sociólogos, ni politólogos, ni periodistas de investigación. Eran políticos. ¿Cuál es el problema? Que nuestros políticos, en general, en lugar de responder una pregunta compleja con una respuesta compleja, simplifican sus análisis buscando jalar agua para su propio molino.
Argumentaban que la responsabilidad inicial se encuentra en la (falta de) educación sobre lo que significó Sendero Luminoso. ¿No son las mismas personas que repitieron hasta la saciedad que la memoria era inservible? Cuántas veces los hemos oído afirmar que esos episodios solo traen enfrentamientos y que habría que dejarlos atrás y empezar de cero, que el debate es insulso y no deja que las cicatrices de nuestra historia se cierren. Estos señores y señoras que hoy se suben al “carrito” de la necesidad del conocimiento son aquellos que lejos de criticar y ofrecer investigaciones (ojo, no opiniones) diferentes a las de la CVR para fortalecer el debate e incrementar la información, se dedicaron a oponerse visceralmente al Informe Final. Una oposición infértil basada en lecturas superficiales y antojadizas del documento cuya finalidad no era otra que descalificar las responsabilidades que le atribuye a los gobiernos de turno y a la clase política de aquellos años.
Son estos los mismos que ahora repiten de memoria la frase “fachada legal de Sendero Luminoso” sin siquiera saber realmente de qué están hablando. Es cierto que este movimiento que se presenta como “irresponsable” de la actuación de Sendero, no ha cambiado su fin último, pero también es cierto que probablemente ninguno de los que ha salido a hablar sobre el Movadef sabe más de lo que ha salido en los medios de comunicación. Este es un movimiento que está entre nosotros desde hace bastante tiempo, han participado en elecciones regionales y congresales. Esteban Valle-Riestra (1) le ha dedicado su tesis de licenciatura en Ciencia Política a una investigación en la que logra presentar evidencia que serviría más que la pelea terminológica que plantean los medios y los políticos. Y probablemente como él, existen otros jóvenes que estudian estos temas.
Pero la responsabilidad no solo es de los políticos y la educación, sino también de muchas personas de a pie. Es claro que los mayores reconocen a Abimael Guzmán en las fotos, muchos de ellos no saben más que lo que la excusa mediocre del “yo lo he vivido” les permite, repitiendo frases hechas y puntos comunes. En este grupo habría que incluir a los periodistas que no son ignorantes de lo que pasó, pero si son ignorantes de las investigaciones sobre el tema y de las responsabilidades compartidas de estos problemas. Es sintomático que los veamos asentir nerviosos cuando no pueden sostener entrevistas cuando sus panelistas le sacan la vuelta a sus argumentos, simplemente por ignorancia. Lo cierto es que la educación es necesaria, pero no es lo único. En primer lugar porque aceptar “una memoria” es un problema en si mismo que los políticos aprovecharán para discutir de manera infértil en muchos casos. Y en segundo lugar porque es un recuerdo para muchos distante, un episodio histórico que –como mucho- toma vida en los documentales de la CVR.
Mientras tanto la inscripción del Movadef pasará a ser anecdótica, nadie les puede prohibir participar electoralmente como ya lo han hecho: metidos en agrupaciones legales que les den cabida, como muestra Esteban Valle-Riestra. No importa cuántas veces la derecha use con justicia la palabra “asesinos”, ya que mientras siga aplaudiendo la “conversión” de Humala y creyendo que los conflictos sociales son cosa de ignorantes y resentidos, el Movadef y cualquier movimiento que ponga en peligro nuestra precaria democracia tendrá cierta cabida y se hará espacio en la insatisfacción y en la desilusión política de quienes se ven traicionados reiteradamente por la democracia electoral.
Quizás las mismas personas (entre ellas varios periodistas) que se rasgan las vestiduras con la ignorancia de la juventud deberían leer a Alberto Vergara en su célebre libro “Ni amnésicos ni irracionales”. Para muestra un botón: “Creo que la primera necesidad para asentar el sistema democrático en el país es que el APRA haga un buen gobierno. Y un buen gobierno no significa mantener el “piloto automático” de la Era Toledo: significa hacer política y políticas, darle contenido a la democracia. Hace falta un Estado que dé solución a los problemas más básicos de la población en términos de seguridad, justicia, salud y educación.” (2)
Notas:
1. Pueden leer un interesante artículo que ha publicado en POLITAI:http://www.politai.pe/opinion16.html
2. Alberto Vergara. Ni amnésicos ni irracionales. Las elecciones peruanas de 2006 en perspectiva histórica. Lima: Solar, 2007