Sueños Rojos

Paolo Sosa Villagarcia

Publicado en Noticias SER el 14/11/2012

“¿Mova qué?”

Ya no recuerdo exactamente cómo me enteré de la existencia de este grupo de, sobre todo, muchachos que plantaban la cara para luchar por la reconciliación nacional en base a una amnistía general para los presos condenados por crímenes cometidos en los años del conflicto armado interno. Sin embargo, debo reconocer, con riesgo a sonar a hipster que cree tener la ultimita antes que todos, que fue mucho antes de que los medios radiales, escritos y televisivos les den la cobertura que ahora gozan (sí, gozan). De hecho, cuando se lo comenté a algún investigador mayor, pasó el tema por alto segurísimo que nada de eso prosperaría.

Meses más tarde, en un salón de pregrado, Esteban Valle-Riestra proponía como su tema de tesis una investigación profunda sobre esta organización, sus retos organizativos e ideacionales, y, claro, su relación con el senderismo. “No creo que tenga relevancia estudiar a ese MOFADEV (sic)” comentó uno de nuestros compañeros en la ronda de preguntas. Demás está decir que quedé intrigado por el trabajo y me volví, inconscientemente, seguidor de la investigación, preguntando cada cierto tiempo, en qué iba. Para mal, el tiempo le dio la razón a Valle Riestra cuando intentaron inscribirse en el Jurado Nacional de Elecciones, momento desde el cual el MOVADEF no ha dejado la palestra de discusión nacional. Lo mismo pasó cuando leí el artículo de Diego Salazar en la Revista Andina de Estudios Políticos (1). Eran dos jóvenes politólogos dedicándole tiempo a un grupo numéricamente minoritario, insignificante (creo que una organización estudiantil de la Católica tiene más miembros), pero con una propuesta capaz de remover el debate nacional, aunque sea por oposición.

¿Salvo el MOVADEF todo es ilusión?

Sin embargo, era de esperarse la reacción de muchas personas ante la noticia de un grupo que abogara o luchara por reivindicar las “luchas sociales” del grupo terrorista más sanguinario de América Latina. ¿Quién podría imaginar que alguien defienda semejante causa? De alguna manera, si de por sí Patria Roja, estando dentro del sistema y la legalidad, era la agrupación radical por excelencia. ¿Quién podría imaginarse que eventualmente un joven Fair Quezada los denominaría “marxistas de membrete” o parte de la “izquierda burguesa”?  Es más, en la cabeza de quién podría caber la idea de que el terrorista Guzmán podría ser reivindicado como un “luchador social”. ¿Cómo pensar que una organización pro-senderista podría poner en duda la hegemonía de Patria Roja en el magisterio, por ejemplo?

Como ya he mencionado en algún otro artículo, la responsabilidad siempre es atribuida a la juventud a la antipolítica. A principios de año, en un recital de poesía, una poeta reconocida me comentaba que había trabajado con jóvenes del MOVADEF (ya sé lo que piensa, no es Rocío Silva) ¿Quiénes eran? ¿De dónde venían? Pues, muchos de ellos eran hijos e hijas de presos condenados por terrorismo, o huérfanos de padres senderistas. Como menciona Esteban Valle Riestra en un artículo próximamente publicado, el núcleo duro y más reconocible, son familiares, hijos, sobrinos, primos de antiguos militantes o colaboradores de Sendero Luminoso, lo que, para él, evidencia de la continuidad del proyecto senderista.

Pero el MOVADEF no es el único proyecto “radical” de la juventud. Daniel Guevara y Luis Calderón, en una investigación del radicalismo universitario cusqueño en perspectiva histórica que está en curso, advierten este mismo comportamiento en los líderes estudiantiles de la universidad nacional, aquellos que consciente o inconscientemente (aún sin ser parte del MOVADEF) suscriben los postulados e incluso usan la retórica viperina característica del senderismo en los años ochenta. Evidentemente no puede acusárseles de senderistas, ni mucho menos de pro terroristas, pero sus desafortunados comentarios y su ambiguo discurso sobre el accionar de Sendero Luminoso dejan mucho que pensar. Pero así, sin mucha importancia, el MOVADEF también fue haciéndose espacio.

¿Qué nos espera? En el caso cusqueño, Calderón plantea que, de alguna manera, la mayoritaria presencia de estudiantes de “provincia” (es decir, fuera de la capital cusqueña) tiene cierto grado de relevancia, basándose en su estudio de campo propone que lucha “ideológica” y teórica que han planteando otros grupos contra este radicalismo pro senderista  está perdida. Las cosas, en el caso de esta universidad, son muy dramáticas: los sacrificios materiales para la educación de los alumnos son altísimas por parte de las familias y los beneficios del sistema político y económico aún muy difusos. ¿Suena familiar?

(1)    http://revistas.ojs.es/index.php/revistaestudiosandinos/article/view/219…

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