Paolo Sosa Villagarcia
Publicado en Semana Económica el 17/06/2016
Keiko Fujimori ha vuelto a perder las elecciones frente a un candidato sin mayores habilidades políticas. Esta situación podría poner en duda su liderazgo en el fujimorismo, afectando significativamente la dinámica de Fuerza Popular como organización y como fuerza parlamentaria. Por ahora, las intenciones de la ex candidata son claras: continuar liderando el partido y volver a tentar la presidencia en 2021.
¿Podrá seguir siendo una opción competitiva? Como en el 2011, esto demanda aprender de la derrota y la lección es clara: Fuerza Popular precisa renovar sus cuadros y moderarse prudentemente, más allá de meras estrategias cosméticas. Tras la elección, el fujimorismo no solo debe confrontar su pasado sino también su presente.
En la dinámica parlamentaria el fujimorismo juega un doble rol como oposición y mayoría. Para ser elocuentes con las necesidades del partido, este espacio debería ser aprovechado para construir las credenciales democráticas y concertantes que tanto necesitan. Lamentablemente, el fujimorismo ha dado pésimas señales y su lideresa hace poco para remediar dicha situación que los posiciona como una bancada revanchista.
En la arena electoral, la renovación obliga a trascender las alianzas locales y encarar el reto de invertir en la formación de cuadros, poniendo especial cuidado en los perfiles y en la erradicación de las viejas mañas. Contrariamente a lo que se cree, el fujimorismo podría desarrollar esta tarea consolidando sus bases políticas y sociales en los espacios locales, articulando una oferta coherente para las elecciones subnacionales.
Ambas estrategias requieren liderazgo y visión. Keiko Fujimori está frente a un escenario que pone a prueba sus capacidades de liderazgo dentro y fuera del partido. Para estar a la altura de las circunstancias no basta solamente con ser aplicada. Ser oposición, en estas circunstancias, es una responsabilidad tan demandante como la de gobernar y, por el momento, todo hace suponer que ni la candidata ni el partido están preparados para tal compromiso.