Lo bueno y lo malo del gobierno Humala

Dos años y medio han transcurrido desde que Ollanta Humala llegó a Palacio de Gobierno y un plazo similar falta que termine su gestión. La revista Parlante pidió a un grupo de líderes de opinión, entre politólogos, intelectuales y empresarios de Cusco y de Lima, que hagan un balance de los logros del actual gobierno y de las cosas que debería enmendar en bien de la democracia y del país.

Revista Parlante

Paolo Sosa Villagarcía

Pontificia Universidad Católica del Perú.

La gestión de Ollanta Humala prometió asumir los retos que se desprenden del actual modelo económico y redefinir algunas políticas para asegurar la sostenibilidad del crecimiento económico y aprovecharlo en términos de desarrollo. Es cierto que no se han hecho reformas importantes con respecto al modelo económico vigente desde hace más de veinte años; sin embargo, nos encontramos con una gestión que ha llevado adelante reformas importantes que buscan aliviar los efectos negativos del mismo. En ese sentido, resalta el rol de las políticas sociales, quizás por primera vez en la historia con un halo de protección ante tentaciones clientelares. Me gustaría, además, agregar otros temas como el darle contenido jurídico a la Consulta Previa a pueblos indígenas o el impulso de agencias como la Oficina Nacional de Diálogo y Sostenibilidad y su política de “mesas de desarrollo” en lugar de las mesas de diálogo.

Podría decirse que durante el gobierno de Humala se ha tocado temas que el gobierno aprista no solo decidió no llevar adelante, sino que incluso les mostró una oposición frontal. El problema, sin embargo, es que más allá del diseño, la implementación de estas políticas no es tan auspiciosa. Las causas pueden ser señaladas por varios frentes, ya sea por los límites de la gestión pública, por la tensión entre distintos intereses incluso dentro del Estado o por la incapacidad de los cuadros que ha escogido el gobierno. Los incidentes del programa Qali Warma son indicativos de la tensión entre el diseño y la implementación de una política compleja e integral en un contexto de deficiencias estatales e incipientes producciones industriales locales. Del mismo modo, reformas como la Consulta Previa no pasan de ser vistas como meros trámites (o trabas en el lenguaje empresarial) antes que como estándares que hacer respetar para asegurar inversiones sostenibles, minimizando sus impactos negativos.

Sin embargo, resaltar solo estos “fracasos” es poco objetivo. No se puede negar que la existencia y diseño de este tipo de políticas o nuevas instituciones es un logro importante cuyos frutos, si se sostienen, podremos cosecharlos en un mediano o largo plazo. Es importante exigir mejores políticas, pero también lo es reconocer y valorar lo avanzado, potenciar y echar a andar este tipo de instituciones antes que solo criticarlas. Así como Roma no se hizo en un día, las políticas de inclusión no se desarrollan en un solo gobierno y existen razones para ser optimistas con lo que puede dejar este gobierno, tanto a nivel de cuerpos técnicos en algunos sectores como en los marcos antes señalados. Sí, estas razones pueden ser vistas como insuficientes, pero son.Quizás, en ese sentido, la descentralización es uno de los más grandes pendientes para lo que queda del gobierno.


Ver las demás opiniones en la última edición de la REVISTA PARLANTE del Centro Guamán Poma de Ayala del Cusco.

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