Paolo Sosa Villagarcia
Publicado en Noticias SER el 13/02/2013
En las últimas semanas se ha discutido sobre la inusual aprobación presidencial de Ollanta Humala en comparación a sus predecesores, especialmente en el sur andino. Para intentar responder a estas interrogantes se ensayaron diferentes hipótesis entre las cuales destacaba la inversión del gobierno en programas sociales a partir de la creación del Ministerio de Desarrollo e Inclusión social encabezado por Carolina Trivelli.
Para distintos analistas, el grupo de programas conducidos por el MIDIS es un pilar clave en la aprobación del gobierno pues han registrado avances importantes lejos de las amenazas del clientelismo y la corrupción que se rumoraban en la campaña. Lo cierto es que la inversión entre los programas de los sectores Salud, Educación y el MIDIS en soles por ciudadano en condición de pobreza se ha ido incrementando de 921 soles en 2007 a 2,095 soles el año pasado. Según un estudio de Álvaro Monge, el incremento entre el gobierno de García (2010) y Humala (2011) es de 24%.
Pero no solo son las cifras cuantitativas las que se incrementan, Monge argumenta que durante el último año los programas que más se han desarrollado son aquellos que dependen del MIDIS, como Cuna Más, Pensión 65 y Qali Warma. Algunos de ellos con problemas propios de la expansión, como los casos de cobertura indebida por parte de Pensión 65 que han sido denunciados en la prensa. Sin embargo, la ministra Trivelli ha señalado uno de los retos de los programas sociales es que buena parte de ellos se concentren en una población objetiva, es decir “que todos sucedan al mismo tiempo y en el mismo lugar” (1). Por ello es importante que la población priorizada por su sector esté concentrada en el sur andino, paradójicamente la zona que, en perspectiva histórica, demanda mayor atención por parte del Estado (2).
A partir de eso quisiera concentrarme en el programa Qali Warma, pieza clave del rompecabezas de los programas sociales para la meta del gobierno en la reducción de los niveles de desnutrición antes que en la reducción de la pobreza en sí misma. En pocas líneas, Qali Warma es un programa integral de alimentación escolar que busca no solo alimentar a los escolares, sino hacerlo bien y de tal manera que genere buenos hábitos alimenticios al tiempo que los conecte con la realidad local y la diversidad cultural del país. ¿Cómo se logra eso? Con la composición de dietas balanceadas en base a los productos y usos alimenticios locales diferenciados para cada región.
Hasta ahí parece una historia feliz. El problema reside en que el uso de productos locales genera una expectativa en los productores que no parece haber sido satisfecha, lo cual empeora ya que el plan es que el programa inicie en marzo de este año. Por un lado están las pequeñas y medianas empresas que encuentran en los precios referenciales del MIDIS un inconveniente pues consideran que son “irrisorios” y por el otro los productores locales que no pueden ofrecer, todavía, productos con la debida calidad y seguridad, como los lecheros en algunas regiones, elementos muy importantes cuando se trata de la alimentación de niños. A este punto, la ministra ha respondido que el objetivo principal del programa son los escolares y que el desarrollo de la industria local es algo positivo pero no es prioridad, mientras su sector busca apoyo en el sector privado para asegurar la provisión de elementos necesarios como cocinas y refrigeradoras.
Agricultura viene trabajando algunos programas para solucionar estos inconvenientes, especialmente con los pequeños productores, pero el reto es doble si vemos el panorama general pues los primeros resultados del Censo Agrario del 2012 señalan que la reducción de las unidades agropecuarias viene de la mano con el crecimiento del número de productores, es decir, más, pero más pequeños. Situación que busca ser revertida con programas como Agroideas que fomenta la asociación de productores mediante incentivos subsidiarios y de formalización. Mientras tanto, el MIDIS tiene que recurrir, como se dice coloquialmente, a lo que haya a la mano.
Pensión 65 y Cuna Más le han asegurado al gobierno un buen pilar de apoyo, como sostienen los analistas, pero un programa integral y más ambicioso podría significar un reto más trabajoso, especialmente si se generan conflictos con los sectores productivos menos pobres. Sin embargo su implementación sería el emblema final de una política de inclusión social diferente, que busca superar las tradiciones clientelares y apostar por programas que aspiren a la universalización una vez cubiertas las poblaciones vulnerables. Esto no pasará en el primer año de implementación, habrá que observar los resultados al final del gobierno. Esperemos que en ese momento las palabras de la ministra cobren forma y se haya desarrollado capital social con los niños y niñas de estas zonas para romper con la transmisión generacional de la pobreza. Sería un gol en medio de todas las oportunidades perdidas.
Notas:
(2) Según Vergara “Ni amnésicos, ni irracionales” Lima, Solar: 2007